La habilidad para recordar rostros y lugares es heredada


La habilidad para recordar rostros y lugares es heredada.

Si no fuera por la capacidad que nuestra especie (claro que no es la única que puede hacerlo) posee para recordar rostros y lugares, estaríamos condenados al aislamiento y al andar errático por parajes siempre desconocidos.

Esta función de la memoria es —y ha sido— invaluablemente vital para nuestra vida y para el desarrollo de nuestra civilización, pues sin ella hubiera sido imposible la vida en sociedad y la expansión por los territorios.

Pero este recurso de nuestro cerebro parece ser mucho más complejo de lo que aparenta, y numerosos mecanismos determinantes están incluidos en él. Un reciente estudio publicado en la revista Journal of Neuroscience ha demostrado esto llegando a la conclusión de que esta capacidad de reconocimiento se hereda genéticamente.

En dicho estudio se han estudiado la actividad cerebral de unas 24 parejas de gemelos idénticos ante situaciones de reconocimiento general. En cuanto a la visualización de objetos y el recuerdo de palabras no existía un patrón lineal, aunque las coincidencias en la habilidad de reconocer personas y lugares eran notables entre hermanos, lo cual da la pauta de que ésta se hereda genéticamente.

Son varios los mecanismos de la memoria que todavía no han sido estudiados en profundidad, y para algunos de ellos el estado actual del conocimiento hace imposible su estudio. No obstante, estudios como este muestran que los avances son cada vez más importantes, y que el cerebro y sus mecanismos cada vez están más lejos de ser un universo inabarcable; poco a poco está develando sus secretos.


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