Los embusteros tienen un 22% más de sustancia blanca en el cerebro


Los embusteros tienen un 22% más de sustancia blanca y un 14% menos de materia gris en el cerebro, lo que significa que se preocupan menos por los aspectos morales.

Las mentiras forman parte de la vida. Ocultar la verdad y fingir son actitudes normales y necesarias entre los humanos, pero si este comportamiento se vuelve compulsivo el individuo padece un trastorno. Un grupo de científicos de la Universidad de California del Sur (EEUU) ha descubierto que el cerebro de los mentirosos compulsivos posee ciertas particularidades en su estructura que los diferencia de los 'honestos'.

Los investigadores estadounidenses han detectado que los embusteros compulsivos tienen en el lóbulo frontal del cerebro más cantidad de sustancia blanca que de sustancia gris.

La sustancia blanca está compuesta por fibras, serían 'los cables del ordenador'. La sustancia gris está formada por neuronas, 'el disco duro', y conforma la corteza cerebral.

Los autores principales del estudio, los psicólogos Yaling Yang y Adrian Raine, creen que "cuanto más 'cableado' tenga un sujeto el lóbulo prefrontal mayor facilidad posee para mentir". Los mentirosos patológicos estudiados resultaron tener un 22% más de materia blanca.

"Mentir supone un esfuerzo enorme. Es casi como leer la mente. Tienes que ser capaz de comprender el pensamiento de la otra persona. Tienes que suprimir tus emociones o regularlas para que no parezca que estás nervioso. Hay mucho que hacer. Hay que suprimir la verdad", explica el Raine.

La toma de decisiones morales se lleva a cabo en la sustancia gris del lóbulo prefrontal, según explican en el estudio publicado por 'The British Journal of Psiquiatry'. "Los mentirosos compulsivos tiene un 14% menos de materia gris, lo que significa que se preocupan menos por los aspectos morales, que son menos capaces de procesar este tipo de pensamientos", asegura el experto. "Tienen una especie de ventaja natural para mentir".

Para llevar a cabo este estudio, se contó con 108 voluntarios presentes en la base de datos de trabajo temporal de Los Angeles. Se catalogó a los participantes según los resultados de una serie de test psicológicos y entrevistas. Una mujer y 11 hombres resultaron ser mentirosos patológicos; una mujer y 15 hombres padecían desorden de personalidad antisocial, pero no mentían de forma enfermiza; y 15 hombres y seis mujeres resultaron ser equilibrados y por eso se consideraron la muestra control.

"Nos fijamos en la inconsistencia de sus historias de vida laboral, educación, crímenes y familia", explica Raine. "Los mentirosos patológicos no pueden sustituir siempre la verdad por mentiras y se contradicen a sí mismos en las entrevistas. Son manipuladores y admiten que ven a los demás como posibles víctimas. Son descarados cuando mienten, pero discretos al hablar sobre ello", comenta este psicólogo especialista en psicopatología del crimen.

Tras catalogar a los participantes, se estudió su estructura cerebral mediante la técnica de resonancia magnética estructural. Lo que se observó en las imágenes obtenidas por esta técnica fue que la materia blanca de las personas embusteras era un 22% mayor en el lóbulo prefrontal en comparación con los participantes del grupo control y un 14,2% menos materia gris.

Aunque estas conclusiones sean los preliminares de una investigación más exhaustiva, los científicos sugieren multitud de posibles futuras aplicaciones. "En el ámbito legal puede utilizarse para ayudar a la policía a averiguar si los sospechosos están mintiendo", comentan. "Y también, en los procesos de selección de personal, será posible averiguar que individuos no son aptos para el puesto".


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