El mejor momento para enamorarse es entre 18 y 30 años


El mejor momento para enamorarse es entre 18 y 30 años. Es aquí cuando el amor tiene más impacto en tu vida y salud.

"Los que trabajamos con adolescentes y sus familias sabemos y aceptamos la idea de que el noviazgo es un período en que dos jóvenes invierten un tiempo de sus vidas en conocerse mutuamente y compartir planes y sueños de vida", comienza explicando María Dolores Arteaga, especialista en terapia de pareja del Centro Clínico Profesional Caracas.

Arteaga, quien trabaja en el anexo de Hospital de Clínicas Caracas en San Bernardino, sostiene que, además, durante la fase previa al casamiento, los enamorados incorporan los conceptos de compromiso y fidelidad a sus vidas.

Para esta experta, cuando se trata de relaciones protagonizadas por personas muy jóvenes y en eso cada quien -según dice- coloca el límite de una edad temprana, es probable que la madurez no les permita conocerse bien. Ni siquiera a ellos mismos.

"Pero, sin lugar a dudas, la experiencia como psicoterapeuta de pareja y familia y de ginecólogo me ha enseñado que lo que realmente preocupa a los padres es el inicio temprano de una vida sexual activa y sus consecuencias".

En ese sentido, la especialista Arteaga sugiere a los padres que se ocupen y se sienten a conversar con sus hijos y a escuchar de éstos no solo lo que dicen, el discurso, sino lo que está detrás de éste.

Recomienda a los mayores no fantasear con todo lo que pueda ocurrir con los jóvenes o retrotraerse a sus experiencias de adolescentes, porque casi siempre lo que hacen es reavivar las angustias de su pasado, a veces no resueltas.

Es preferible que los padres -sigue hablando Arteaga- discutan abiertamente sobre sus preocupaciones y le hablen a sus hijos de lo que significa una sexualidad responsable.

También es tarea de los mayores dialogar con aquellos menores de cómo protegerse de un embarazo, de cómo evitar las enfermedades de transmisión sexual y de no utilizar ni permitirse ser utilizado como objeto sexual.

María Dolores Arteaga opina que la decisión de iniciarse en una relación está influenciada por diversos valores familiares (educativos, económicos, religiosos, por ejemplo), los cuales varían de un hogar a otro.

"Todo lo anterior me lleva a decir que la edad la determinará cada familia en particular. Uno no es quien para fijar externamente fechas de inicio de noviazgos adecuados, ya que solo serían parámetros de referencia para cada realidad y paradigma familiar". Pero, generalizando las perspectivas se realiza que:

Entre los 11 y los 17, el amor es la cosa más maravillosa que podría suceder, se idealiza de tal forma a la persona amada, que se vive literalmente en un idílico cuento de maravillas. Lo paradógico de esto es que en muchísimas ocasiones, ni siquiera nos hemos atrevido a tomarnos de la mano, sin embargo se percibe tan intensamente, como si existiera una comunicación muy cercana.

Entre los 18 y los 30, el amor se vive más cercano, tal vez demasiado. Hoy en día, la juventud vive el amor intensamente, casi sin restricciones, en la mayoría casi sin pensar en el mañana, solo se vive el hoy y se disfruta hoy, mañana está muy lejos.

Entre los 30 y los 39, cuando ya se ha tenido algunas, si no muchas experiencias, empieza el sentido de responsabilidad y nacen las preguntas: qué quiero con esto, o hacia dónde me lleva esta relación, pareciera que es menos efusivo, pero no es así, se vive con más consciencia y se valora más el sentimiento. En esta etapa algunos nos enteramos de que al corazón sí se le manda.
Hay una mezcla de razón-emoción, que le da estabilidad y sentido a las relaciones.

De los 39 a los 59, pareciera que se produce un debilitamiento de la razonabilidad y se piensa más en "retener " la juventud y se "utitliza" el amor, o cualquier emoción que se le parezca, como una forma de lograrlo. En no pocos casos, se devuelve a la época 18-30, como queriendo exprimirle el jugo a la vida y se retorna a la intensidad ilimitada (ahora vivo, mañana pienso). Pareciera ser que en esta época, se cae en más errores que en la etapa anterior, porque nace un temor por la vida, por el mañana "y si no me alcanza el tiempo?". En algunos casos, se lucha por retener o fortalecer el amor. O la soledad empieza a pesar como un fardo sobre las espaldas.

Entre los 59 y 75. Aunque suene extraño, en muchísimos casos, en esta etapa se ha logrado pasar por la criba toda la experiencia vivida y los sentimientos fluyen más "libres" de estorbos. Se es más natural al dar y al recibir, desaparecen los prejuicios y se ama más libremente. "Si me amas como soy, perfecto, si no, que te vaya bien" Está bien claro por qué se ama y por qué se es amado y solamente nos dedicamos a vivir momentos inimaginables que tiempos pasados no fueron posibles, por los prejuicios que arrastramos.

Adelante de 75. Solo se vive, se disfruta el momento, " Hoy te amo y te amaré por la eternidad" Aquí todos pueden ver la verdad de toda una vida, sin velos o simulaciones, queda la verdad desnuda de lo que ha sido un sentimiento compartido por muchos años y la paz que da el enterarse de que se vivió una verdad. Si no se valoró el sentimiento y se jugó con la vida, estaremos acompañados de la soledad y lamentando lo que pudo haber sido y no fue.

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